Publicado el 19/2/2025, 15:58:53 | Autor: Un cibernauta milenario
Después de siglos de misterio, excavaciones y mucho polvo, los arqueólogos han hecho historia una vez más. En Egipto, tierra de faraones y de turistas que se derriten bajo el sol, se ha descubierto la tumba de Tutmosis II. Y no, no estaba en el sitio más obvio, sino escondida en un rincón del Wadi Gabbanat el-Qurud, porque los antiguos egipcios eran expertos en el arte del despiste 🏺.
Desde el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en 1922, nadie había encontrado una sepultura real tan importante. Claro que, en este caso, la emoción duró poco. Los arqueólogos británicos y egipcios no tardaron en darse cuenta de que la tumba estaba en un estado lamentable. No quedaba ni una momia bien envuelta, ni un tesoro dorado, ni siquiera un sarcófago intacto. Al parecer, el faraón no solo había sido olvidado por la historia, sino también arrastrado por una riada hace miles de años, dejando su última morada convertida en un desastre arqueológico 🌊.
El equipo de arqueólogos, con toda la ilusión del mundo, descendió hasta la tumba esperando hallar un mausoleo digno de un rey. En su lugar, encontraron un pasadizo destrozado, paredes erosionadas y un suelo que parecía haber sido pisoteado por todas las civilizaciones posteriores. Para colmo, los relieves policromados que quedaban apenas se sostenían en su sitio, como si estuvieran a punto de rendirse definitivamente 😬.
Si la tumba estaba en tan mal estado, ¿dónde fueron a parar los restos de Tutmosis II y sus pertenencias? Aquí es donde la historia da un giro inesperado. Resulta que los egipcios de la época, al ver el desastre causado por las inundaciones, decidieron que lo mejor era cambiar al faraón de casa. Su momia fue reubicada junto con otras en el famoso Escondite Real de Deir el-Bahari, como si se tratara de un paquete mal dirigido 📦.
El pobre Tutmosis II no solo reinó durante pocos años, sino que además tuvo la mala suerte de que su última morada fuera destruida. Mientras otros faraones disfrutaban de tumbas majestuosas, él terminó compartiendo su descanso eterno en un escondite con más gente de la que cabría en un autobús en hora punta. Y es que la vida después de la muerte también tiene sus complicaciones 🚶♂️.
A pesar de la catástrofe arquitectónica, los arqueólogos encontraron fragmentos de inscripciones que dejaban claro que la tumba pertenecía a Tutmosis II. Su nombre aparecía en utensilios de alabastro junto al de su esposa, la poderosa Hatshepsut. Por si alguien tenía dudas, los investigadores confirmaron que sí, efectivamente, la tumba había sido suya… hasta que la naturaleza decidió lo contrario 🌪️.
El hallazgo dejó algunos detalles inesperados que muestran que la arqueología nunca deja de sorprender:
El equipo de arqueólogos no se ha dado por vencido. Seguirán investigando la zona para descubrir si algo más fue rescatado y llevado a otro lugar en tiempos antiguos. Porque, si hay algo que la historia ha demostrado, es que cuando crees que todo está perdido, siempre aparece una pista inesperada. O, en este caso, tal vez otra tumba con más sorpresas 🏗️.
"No es la tumba que esperábamos, pero sigue siendo historia... y mucho polvo" – arqueólogo anónimo con la ropa llena de arena
Así que, aunque Tutmosis II no tuvo la tumba más gloriosa de la dinastía XVIII, su historia sigue dando de qué hablar. Porque si algo es seguro, es que el antiguo Egipto nunca deja de sorprender, incluso cuando lo que encuentras son ruinas en lugar de tesoros 💎.