Publicado el 21/4/2025, 11:56:39 | Autor: Un cibernauta milenario
El mundo despierta con una noticia que marca un antes y un después en la historia de la Iglesia católica: el papa Francisco ha fallecido este lunes 21 de abril de 2025, a los 88 años, en la residencia de Santa Marta en el Vaticano. Su salud, ya frágil desde hace meses, no resistió las complicaciones derivadas de una neumonía que lo había debilitado notablemente desde febrero.
Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires en 1936 y, tras décadas de vida pastoral y social en Argentina, fue elegido papa en marzo de 2013. Su llegada al pontificado marcó varios hitos: fue el primer papa latinoamericano, el primero jesuita y el primero en elegir el nombre de Francisco, en honor al santo de Asís. Un gesto cargado de intención, que anticipaba su estilo sencillo, humilde y centrado en los más vulnerables.
Durante sus más de diez años como líder de la Iglesia, Francisco llevó a cabo reformas internas, promovió una Iglesia menos dogmática y más inclusiva, y no dudó en acercarse a temas sociales y políticos espinosos. Su papado se caracterizó por una fuerte defensa del medio ambiente, la crítica al sistema económico global y el apoyo constante a migrantes, refugiados y excluidos.
Desde el primer momento, Francisco rompió con las formas tradicionales del Vaticano. Vivía en la residencia de Santa Marta en lugar del Palacio Apostólico, usaba un coche modesto, llevaba su propio maletín y no dudaba en hacer llamadas telefónicas personales a quienes le escribían. Más allá del simbolismo, su comportamiento reflejaba su visión pastoral: una Iglesia en salida, comprometida con la realidad del mundo moderno.
Entre los muchos momentos memorables de su pontificado, destacan:
No fue un papado libre de controversias. Francisco afrontó con firmeza escándalos de abusos dentro de la Iglesia, aunque sus medidas fueron a veces consideradas insuficientes por las víctimas. También enfrentó críticas internas por su apertura hacia los homosexuales, su actitud dialogante hacia otras religiones y su voluntad de descentralizar el poder eclesial. Sin embargo, mantuvo una postura serena y reflexiva, priorizando la compasión sobre la condena.
Francisco no fue un revolucionario en el sentido clásico, sino un reformador con pies descalzos, que caminó con el pueblo, no sobre él
Su última aparición pública fue durante la misa de Resurrección, tan solo un día antes de su fallecimiento. Visiblemente debilitado, pero con la fuerza simbólica de un pastor que no se retira, impartió la bendición Urbi et Orbi ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.
La muerte de Francisco deja un vacío espiritual pero también un legado poderoso. Representó una Iglesia más humana, consciente de sus errores, menos centrada en los dogmas y más dispuesta a escuchar. Supo hablarle al mundo sin levantar la voz, con gestos simples y mensajes profundos.
Las próximas horas estarán marcadas por los homenajes, los rezos y las preparaciones para el cónclave que elegirá a su sucesor. Pero en el corazón de millones de personas queda grabada su sonrisa serena, su insistencia en que recemos por él, y su constante recordatorio de que, ante todo, somos hermanos.