Publicado el 31-01-2025 | Autor: Un cibernauta milenario
La industria automotriz europea, esa que mueve más dinero que un montón de ladrillos en una ciudad en construcción, está viviendo tiempos difíciles. La Comisión Europea, en un arranque de optimismo, ha decidido que el sector debe empezar a ser más ecológico. ¿Cómo? Fácil, con un Plan de Acción que prometen revelar el 5 de marzo. Pero no se preocupen, este plan seguramente será como esos propósitos de Año Nuevo: muy prometedores en papel, pero con una tasa de éxito de menos del 1%.
Ursula von der Leyen, la heroína de esta épica aventura, ha decidido que es hora de lanzar un Plan de Acción para asegurar que la industria automotriz europea siga "próspera" mientras se adapta a la descarbonización. Es decir, la misión es que los coches dejen de emitir CO2, pero que sigan vendiendo como churros. Un reto digno de una película de ciencia ficción, pero con menos explosiones y más reuniones aburridas.
Según von der Leyen, el objetivo es "liberar el poder innovador de las empresas" mientras se soluciona la crisis de la vivienda, el cambio climático y por qué los gatos siempre caen de pie. Ah, y todo esto en un plazo de tiempo razonable.
Para añadir un toque extra de emoción a la historia, resulta que China, el gran rival en la fabricación de vehículos eléctricos, está amenazando con convertirse en el nuevo villano de la película. ¿Por qué? Porque la UE, en un ejercicio de "solidaridad global", ha decidido poner aranceles a los coches eléctricos chinos. La idea es que si no podemos vencerlos, al menos les ponemos más impuestos. La respuesta de la industria automotriz, en un acto de sabiduría diplomática, ha sido pedir que no entremos en una guerra comercial. Y si lo hacemos, que sea con un par de cafés y unas galletas para suavizar las tensiones.
El mercado de la automoción, a pesar de la ilusión de crecimiento, está lejos de ser la máquina de dinero que algunos pensaban. Hace cinco años se esperaba un crecimiento del 25%, pero, como quien hace un asado y no sabe cuándo está listo, el sector solo ha crecido un 13%. Y claro, las multas por no reducir las emisiones son una amenaza constante, lo que genera un clima de incertidumbre digno de cualquier thriller político.
En el proceso de consulta que la Comisión Europea ha iniciado, parece que se están cubriendo todos los frentes. Desde la transición ecológica hasta la soberanía digital (porque, claro, los coches eléctricos ahora necesitan Wi-Fi para que los podamos aparcar con la aplicación del móvil). Los comisarios están dividiendo el trabajo como si fueran a hacer una fiesta de cumpleaños, con Wopke Hoekstra y Stéphane Séjourné liderando el grupo de acción climática e industrial, respectivamente. No falta ni el comisario encargado de la parte digital, Henna Virkkunen, quien se encargará de asegurarse de que los coches puedan actualizarse automáticamente. Todo esto mientras Roxana Mînzatu lidera el área de "habilidades y consideraciones sociales", porque, claro, hay que enseñar a los trabajadores a programar coches sin volante.
"Este diálogo es esencial para el desarrollo de un plan de acción que, si todo sale bien, podría terminar siendo la fórmula para salvar al sector automotriz europeo de la extinción o, al menos, mantenerlo a flote durante unos años más."
En resumen, Europa se enfrenta a una carrera de obstáculos en la que, al parecer, el primer obstáculo es el sentido común. Pero no se preocupen, siempre queda la opción de rezar por una solución milagrosa o, como dice el refrán, si no puedes vencer al enemigo, ¡mejor ponle impuestos!