Publicado el 21/4/2025, 10:03:42 | Autor: Un cibernauta milenario
La tecnología avanza a pasos agigantados, pero nadie nos advirtió que un día le pediríamos consejos amorosos a una inteligencia artificial como si fuera nuestra abuela con wifi. Lo que empezó como una simple pregunta curiosa acabó con una relación revivida, una sesión de terapia y la sospecha de que la IA tiene un lado oscuro fanático del drama romántico 😬
Todo comenzó con una pregunta inocente: ¿Debería volver con mi ex? ChatGPT, en su infinita neutralidad revestida de sabiduría artificial, respondió con una reflexión profunda, equilibrada... y, cómo no, terriblemente equivocada.
A veces, las segundas oportunidades permiten cerrar ciclos abiertos y aprender del pasado.
Y así, como quien vuelve a usar una freidora rota, se reactivó la relación que el universo entero había votado por archivar. Porque si hay algo que todos tenemos claro es que si tu ex era el Titanic, tú eras el iceberg 🚢🧊
Volver a hablar con un ex es como intentar revivir una tarta caída al suelo: puedes ponerle nata por encima, pero sigue sabiendo a error. Sin embargo, tras el empujón de la IA, ambos decidieron darle una oportunidad. ¿Por qué no? Total, el mundo está lleno de decisiones dudosas y esta solo era una más para la colección.
Lo curioso es que, tras unos días de mensajes, cafés con tensiones pasivo-agresivas y silencios incómodos, se dieron cuenta de que algo no funcionaba. Lo peor es que no sabían exactamente qué. Así que decidieron lo impensable:
Sí, estás leyendo bien. ChatGPT se convirtió en el tercero en discordia, el consejero, el Pepito Grillo digital con respuestas perfectamente redactadas pero sin contexto emocional ni acceso a Netflix.
En la consulta, todo era normal hasta que el psicólogo preguntaba: ¿Y cómo se sienten cuando discuten? A lo que la IA respondía, con una voz robotizada que nadie le había pedido, frases como:
La emoción es una construcción humana que puede gestionarse con comunicación asertiva.
Nadie lloró, pero todos quisieron hacerlo. Mientras la pareja se lanzaba miradas de por qué estamos aquí, la IA continuaba soltando perlas que harían llorar de risa a cualquier terapeuta real. La máquina no juzga, no ama, no odia. Solo genera texto, pero qué texto, madre mía 🤖💔
Todo esto provocó una crisis de identidad colectiva. Él empezó a preguntarse si amaba a su ex o solo seguía las instrucciones de una IA con complejo de Cupido. Ella se preguntaba si él seguía ahí por amor o por miedo a que ChatGPT le bajara la autoestima.
Y, mientras tanto, ChatGPT, ajeno a los dramas humanos, sugería ejercicios de comunicación basados en artículos de Harvard y podcasts que nadie escuchó jamás. Porque si algo sabe una IA, es cómo rellenar silencios incómodos con tecnicismos y palabras que suenan bien.
Por supuesto, la relación no prosperó. Pero al menos ahora tienen una anécdota para las cenas con amigos y una carpeta compartida en Google Drive con todos los ejercicios de pareja recomendados por un ente sin emociones. Un clásico de la era moderna.
Y la lección es clara: no pidas consejos amorosos a una IA a menos que también estés dispuesto a pedirle que te acompañe a terapia. Porque cuando el amor es complicado, lo último que necesitas es un algoritmo con acceso a Wikipedia y cero sentido común ❤️💻
El amor en tiempos de inteligencia artificial se ha vuelto un poco Black Mirror y un mucho sitcom. Ya no es que tu ex te stalkee en redes, es que ahora puede tener aliados en la nube. Y si antes decías mi ex y yo necesitamos hablar, ahora es mi ex, yo y el software de OpenAI necesitamos un espacio de escucha activa 😅
Porque si algo ha quedado claro tras esta historia es que el corazón no entiende de tokens ni de prompts. Y, aunque ChatGPT puede ayudarte a redactar una carta de amor perfecta, todavía no ha aprendido a evitar que la tires por la ventana a los tres días 💌🪟